El estudio de los indios bajacalifornianos resulta interesante puesto que
se trata de grupos étnicos con un muy particular desarrollo histórico
cultural en lo que mucho influyó el hecho de habitar una península que
detuvo su marcha migratoria y los obligó, de alguna manera, a mantenerse
aislados por largo tiempo. A pesar de los contactos que, especialmente por
vía terrestre, establecían con otros pueblos, en general, permanecieron en
una realidad muy diferente de cómo pudo ser la mesoamericana e, inclusive,
la de los grupos indígenas de la parte continental, vecinos de Mesoamérica.
Se trata preferentemente de individuos dedicados a la caza y recolección
con un rudimentario desarrollo tecnológico. Las pinturas rupestres de la
Baja California Sur muestran, aparte de cuerpos humanos, las escenas de
caza de los primeros habitantes peninsulares.
Dra. Martha Delfín Guillaumin
La Baja California representada como isla,
luego ya como península. Pinturas rupestres y misión jesuita.
Por otra parte, a pesar de estas características que aparentemente los
harían fácil presa del avance conquistador y colonizador español, vanos
fueron los primeros intentos por realizar las entradas hispanas y se tuvo
que aguardar casi dos siglos para lograrlo a través de la obra misionera
jesuita. Precisamente los escritos del padre Eusebio Francisco Kino y,
posteriormente, del padre Francisco Xavier Clavijero arrojan una luz para
tratar de conocer a estos grupos humanos que habitaron y aún habitan la
Península de Baja California. Esto no significa que no existan otros
aportes historiográficos que ilustran sobre los pobladores californios,
como la obra del jesuita Miguel del Barco, pero he elegido a los autores
citados porque sus obras representan dos momentos distintos, tanto de la
Compañía de Jesús, como de los naturales bajacalifornianos. La obra de
Kino se realiza a fines del siglo XVII y principios del XVIII, mientras
que la de Clavijero se da en la segunda mitad del siglo XVIII cuando ya
habían sido expulsados los jesuitas de los dominios españoles. Kino
escribe lo que vive, los primeros intentos de evangelización jesuita, los
primeros logros; Clavijero escribe sobre hechos consumados y no como
protagonista sino como un historiador interesado en mostrar la labor
cultural de los jesuitas en la Baja California.
EL PADRE EUSEBIO FRANCISCO KINO Y SU OBRA FAVORES CELESTIALES
La obra Favores celestiales del padre Kino fue escrita “por
encargo”, es decir, cumpliendo el pedido que le hicieron sus superiores de
continuar la narración de los avances misioneros jesuitas en el noroeste
novohispano. A pesar de que la obra se refiere casi exclusivamente a la
Pimería Alta, de cualquier modo aporta interesantes datos acerca de la
Baja California puesto que fue Kino quien demostró en su momento que se
trataba de una península y no de una isla.
Pinturas
con imágenes de indígenas pericúes (edúes) y misiones jesuíticas de Baja
California del jesuita Ignacio Tirsch, 1760c. Pájaro de barro hecho por
indígena pai pai de la provincia de Baja California en 1980.
Kino era originario de Segno, nos dice Polzer, una pequeña población de
las montañas del Tirol italiano, no lejos de la histórica Trento. Nació el
10 de agosto de 1645 y durante su adolescencia fue allí, en su poblado de
origen, donde se empezó a forjar ese recio temperamento que un día habría
de ayudarlo a explorar las montañas y los desiertos de un país situado en
otro continente. Siendo muy joven fue enviado por sus padres a estudiar al
colegio jesuita de Trento en donde este autor señala que “fue iniciado en
el conocimiento de las letras y de las ciencias”, luego marchó al colegio
jesuita de hall, cerca de Innsbruck, Austria, para continuar sus estudios
en ciencias y matemáticas. Tras una grave enfermedad, Kino ingresó a la
Compañía de Jesús previa promesa a su patrono San Francisco javier de que
si intercedía por su salud entraría a la orden. Polzer comenta que “sea lo
que fuere de la curación de Kino, su vida ciertamente iba a ser un regalo
precioso para las almas abandonadas de la Baja California y de la
Pimería Alta”.
Representación de mujer pericú
La llegada del padre Kino a tierras mexicanas está llena de peripecias
pues en realidad su deseo inicial era ir a misionar a la China. De esta
manera, en 1681, Kino se hallaba realizando su viaje como misionero y
Cartógrafo Real hacia la península bajacaliforniana junto con el almirante
Isidro de Antonio y Antillón.
Pero dejemos que sea el propio Kino quien relate esta entrada:
El año de 1681, 82, 83, 84 y 85, a costa de más de medio millón de la Real
Hacienda, por orden de don Carlos II, el almirante don Isidro de Antonio y
Antillón, habiendo fabricado tres navíos (capitana y almiranta y patache)
en el río de Sinaloa, pasó con los necesarios soldados y marineros a la
California. Pasamos también juntamente tres padres misioneros de la
Compañía de Jesús: yo fui con oficio de rector de aquella Misión y de
cosmógrafo de su Majestad para esa empresa. Estuvimos unos meses en el
puerto y bahía de Nuestra Señora de la Paz, en altura de 24 grados y más
de un año en el Real de San Bruno, en altura de 26 grados, desde donde
pasamos hasta la contracosta y mar del sur, camino como de 50 leguas;
dejamos reducidos como 400 almas, y habiendo venido al puerto de Matanchel,
de la Nueva Galicia, a aviarnos de algunas cosas necesarias, por cuanto al
mismo tiempo los piratas pichilingues[1],
en el puerto de la Natividad, estaban aguardando la nao de China para
robarla, el señor virrey, el marqués de La Laguna, nos envió a encontrar y
avisar y escapar a dicha nao de China, que encontrándola dentro de dos
días gracias al Señor, y engolfándonos con ella porque ni llegase a tierra
ni fuese vista de los enemigos que estaban en el puerto de la Natividad;
llegamos todos con bien al puerto de Acapulco, dejando burlados a los
piratas y escapando Nuestro Señor cuatro o cinco millones de la real
corona y de sus leales vasallos, sin falta en premio de los muy católicos
gastos que por tantos caminos hace la real monarquía en obsequio de S.D.M.
y para el bien de innumerables almas, como también hemos visto y vemos que
en ese mismísimo tiempo y en los mismos años y meses de los gastos de esta
referida empresa de la California, Dios Nuestro Señor lso grandiosos
descubrimientos de las riquísimas minas de los reales que llaman de los
Frailes, de los Álamos y de Guadalupe, que están enfrente, y cercanos, y
la misma esfera de 25 y 26 grados como la California, que con esos
católicos gastos se pretendía conquistar y se está conquistando a nuestra
santa fe católica.
Del puerto de Acapulco, habiéndose descargado la muy interesada nao de
China o galeón de Filipinas, pasamos los más con el almirante a la ciudad
de México, adonde dentro de algunos días, habiendo conferido los más
proporcionados modos de proseguir con la conquista y conversión de la
California, se nos señaló el situado de 30 000 pesos, y la misma semana
que acabando de llegar 80 000 pesos de Zacatecas, estaban para
entregárnoslo y despacharnos, vino un navío de España, que con orden
apretadísima pidió 500 000 pesos, aunque se buscaran prestados para con
éstos compensar luego los daños de un muy interesado navío de Francia, que
pocos años antes se había echado a pique en la bahía de Cádiz, por lo cual
se suspendió la conquista y conversión de la California.[2]
En el tiempo que estuvo Kino en la Baja California –a donde no habría de
volver nunca más dedicando su labor misionera a la Pimería Alta-, logró,
al decir de Polzer, la amistad de los indios, y sus idiomas fueron objeto
de estudio y aprendizaje, además, administró el bautismo a los niños
pequeños y a los moribundos.[3]
Esto nos indica el grado de conocimiento mutuo que llegaron a tener Kino y
los indios californios con los que trató, facilitando de alguna
manera la posterior entrada de los padres Salvatierra y Píccolo.
Resulta interesante destacar el hecho de que Kino supo apreciar el valor
estratégico de la Baja California, pues llegó a proponer que la nao de
China llegar directamente a la península:
Otra grande utilidad de mucho servicio de ambas majestades será que estas
nuevas conversiones, y esta provincia de Sonora, y todo el reino de la
Nueva Vizcaya, por el río Grande o de Gila, que es el de Tizón, y por el
paso por tierra a la California, se podrá dar escala a la nao de China, y
comerciar con ella, y socorrer con comidas frescas a los muchos enfermos
del muy penoso mal de Loanda [escorbuto], que suele traer consigo
originado de sus comidas, saladas, secas y añejas, y todo muy grandes
conveniencias y ganancias de todos, excusando las larguísimas y muy
costosas de muchos de sus géneros desde estas alturas de más de 30 grados
hasta al puerto de Acapulco, y de Acapulco hasta México, Hasta a estas
provincias de la Nueva Vizcaya. Y esta escala (salvo meliari de los
señores navegantes de la misma nao de China), parece podrá ser en la bahía
de Todos los Santos, o el cercano famoso puerto de San Diego de la
contracosta, que está casi en la misma altura, poco menos que el pao por
tierra a California, que es en 35 grados.[4]
Imágenes de la Baja California
Sur: pitahaya, cactos, iglesias jesuitas, mapa con los nombres de los
pueblos indígenas en el siglo XVI, laguna, pinturas rupestres, indígenas y
misiones pintados por el jesuita Tirsch, el arco de Cabo San Lucas, en
lengua pericú fue nombrado
Yenecamú.
El escrito del padre Kino tiene el carácter de informe con el cual
justifica y defiende la labor misionera jesuita en el noroeste de la Nueva
España. Si bien es cierto que llega a resultar repetitivo su estilo
literario en determinado momento, la cantidad de datos que proporciona es
notoria, básicamente en torno a la problemática y realidad de la Pimería
Alta localizada al norte de la actual provincia de Sonora y parte de
Arizona, Estados Unidos. También nos ofrece un panorama muy completo de la
geografía bajacaliforniana y noticias de sus habitantes que serán
retomadas por el propio Clavijero.
Kino, a manera de premonición, escribe lo siguiente: “… California, la
cual, gracias a Nuestro Señor, se va tan felizmente conquistando y
convirtiendo, que tienen y tendrán bien que escribir de sus apostólicas
Misiones otras mejores plumas de la mía”.[5]
Y es que del Barco o Clavijero realmente fueron magníficos como
escritores.
EL PADRE FRANCISCO XAVIER CLAVIJERO Y SU OBRA HISTORIA DE LA ANTIGUA O
BAJA CALIFORNIA
Francisco Xavier Clavijero fue un jesuita criollo mexicano nacido en
Veracruz en el año de 1731. Este es un interesante rasgo que le distingue
del padre Kino, es decir, el hecho de ser criollo, hijo de padres
españoles nacido en territorio novohispano. Algo que puede resultar una
ironía del destino es que Kino nació en el norte italiano y escribió su
obra en la Nueva España, y Clavijero era de origen novohispano y escribió
la suya en el norte italiano.
Clavijero jamás visitó las misiones de la Baja California, sin embargo, el
interés por conocer las culturas autóctonas de México lo orilló a elegir
para su estudio a esos grupos humanos bajacalifornianos que habían sido
evangelizados por los jesuitas. A diferencia de la admiración que pudo
sentir por las culturas precolombinas mesoamericanas que estudia en su
Historia antigua de México, que “sería la primera y más leída
presentación en el siglo de las luces de lo que habían sido las culturas
indígenas en esta porción del nuevo mundo”,[6]
en su escrito dedicado a la Baja California se puede apreciar la opinión
que de sus habitantes originarios tenía:
Como los s habían permanecido por el espacio de tantos siglos encerrados
en su miserable península, privados de toda comunicación externa y
sepultados en la más espantosa barbarie, no tuvieron noticia de los otros
pueblos de la tierra, ni éstos la tuvieron de aquéllos hasta el siglo
dieciséis en que la sed del oro, que llevó a los europeos a otros países
del Nuevo Mundo, los impelió también a la California”.[7]
¿Por qué escribe Clavijero su Historia de la Antigua o Baja California?
Pienso que es una obra apologética sobre la labor cultural jesuita entre
los habitantes originales de la península. Escribe en Bolonia, Italia,
desde el exilio, tras la expulsión de los jesuitas en 1767, y se advierte
en su texto este deseo de mostrar los logros espirituales y materiales
jesuíticos entre los naturales peninsulares:
También habría omitido los elogios de algunos misioneros, que se hallarán
en esta obra, si no los exigieran las leyes de la historia, la justicia
hacia ellos y la fidelidad para con el público; porque ciertamente no sé
cómo pueda escribirse la historia imparcial y sincera de cualquier país,
sin alabar a aquellos a quienes se debe cuanto bueno hay en él. Si hoy es
adorado en casi toda la California el Redentor crucificado, que antes no
era conocido en ella; si aquella península en que no se veían más que
salvajes desnudos, desenfrenados y embrutecidos, es ahora habitada por
ciudadanos bien educados y de buenas costumbres; si al presente hay
templos consagrados a Dios, y poblaciones bien ordenadas en donde antes no
había ni siquiera una cabaña; si aquella tierra antes inculta y cubierta
de malezas, se ve ahora cultivada y enriquecida con muchos, útiles y
nuevos vegetales, todo se debe al celo infatigable, a la industria activa
y a los grandes trabajos de los misioneros, que animados y auxiliados por
la divina gracia, introdujeron allí la vida social juntamente con la ley
cristiana. Celebramos pues la memoria de estos hombres tan beneméritos de
la religión y del Estado, con los elogios a que se hicieron acreedores, y
que les tributan los mismos pueblos a quienes beneficiaron; y no hacemos
aprecio de las invectivas de algunos europeos, que inculpablemente
ignoran, o desfiguran maliciosamente las gloriosas acciones de aquellos
misioneros.[8]
Clavijero fue un hombre producto de su tiempo: historiador, físico,
filósofo, humanista del “siglo de las luces”; León-Portilla nos comenta
que en su escrito:
se refleja el interés humanista de quien, a pesar de no haber estado nunca
en esa tierra, sabe que hay mucho que decir acerca de ella. Le interesan
su historia natural, las formas de vida de sus antiguos pobladores y la
larga serie de fallidas exploraciones para presentar luego con más detalle
la obra cultural de los jesuitas.[9]
En cuanto a la estructura de su escrito, éste se distingue por su carácter
científico e histórico. Independientemente de la intención del autor de
mostrar al mundo la labor evangelizadora jesuita en la Baja California, el
libro tiene una lógica interna muy particular. Para poder demostrar el
cambio que se efectuó en los habitantes y en el territorio
bajacaliforniano, el autor aplica una metodología; así, primero comienza
con el análisis de las fuentes a las que ha recurrido, luego la
descripción geográfica (clima, fauna, vegetación, terreno… ) de la
península continuando con las características físicas, sociales,
culturales, económicas, religiosas y políticas de sus habitantes para
pasar a la labor misionera en sus primeros intentos, rebeliones de los
naturales, muerte de los misioneros a manos de los alzados, diligencias
practicadas para contenerlas y sofocarlas, fundación de misiones y
expulsión de los socios de la compañía. Por último, ofrece las “adiciones
al libro primero” con un informe lingüístico sobre los diversos dialectos
de la lengua cochimí y un estudio sobre las culebras californianas hecho
por un misionero jesuita alemán, en donde Clavijero menciona los términos
“experimento”, “observación”, “deducción”, “demostración” e, inclusive,
utiliza los nombres científicos para referirse a las culebras cascabel,
crótalo-feri. Esto nos hace reflexionar sobre la influencia que los
científicos y los pensadores de su época ejercieron en Clavijero y su
obra.
Leyendo a Francisco Xavier Clavijero se supone que el autor forma parte de
ese escrito en calidad de testigo presencial, lo cual nos demuestra sus
dotes de excelente historiador: como investigador y narrador. Clavijero
también parece dar respuesta a esta pregunta a lo largo de su escrito:
¿Para el conocimiento histórico (al igual que para cualquier otro
conocimiento) importa que sea el acto de un solo sujeto y que además sea
un acto de participación ocular en todos los procesos y acontecimientos
estudiados? De ningún modo: un postulado de esta clase sería absurdo y,
tomado al pie de la letra, amenazaría con aniquilar todo el saber humano.[10]
El jesuita misionero Eusebio Francisco Kino y el jesuita
historiador novohispano Francisco Xavier Clavijero.
Los indios californios
En el libro del padre Kino aparecen mencionados en repetidas ocasiones los
indígenas de la península de Baja California, sin embargo, en particular,
la relación del 20 de febrero de 1702 del misionero jesuita Francisco
María Píccolo nos brinda un panorama muy interesante de los indios
californios. De esta relación se extraen los siguientes pasajes:
Habiendo ya el padre rector Juan María descubierto por el lado del norte y
yo por el lado del sur y poniente copiosa mies, nos dividimos en dos
Misiones, en donde en poco tiempo reconocíamos haber en ellas mezcla de
naciones de diversas lenguas: la una era la lengua moqui, que ya sabíamos;
la otra era la laimona, que ignorábamos; luego nos pusimos con todo
cuidado a aprenderla, y por ser esta lengua trascendental y que parece la
general en dilatado reino, con el continuo estudio la supimos en breve y
en ella a los laimones como en la moqui a los moquis se les predica
continuamente y se les enseña la doctrina cristiana […] más de tres mil
adultos están ya aptos para él [el bautismo] y lo desean y piden; pero
nosotros, con acuerdo, lo hemos dilatado para mejor tiempo, porque como
estas naciones son de natural muy vivo y antes han vivido en idolatría y
en grande obediencia a sus sacerdotes, a quienes sustentan y visten para
sus supersticiosas ceremonias de sus cabellos, que cortan para este fin.[11]
Asimismo, proporciona los nombres de distintas parcialidades
pertenecientes a las tres misiones fundadas, citaré algunas de ellas, por
ejemplo, en la misión de Nuestra Señora de Loreto Concho se encontraban
bajo su control las parcialidades o rancherías de Concho, de los jetti,
los Tuydú, los de Ligiggi, los de Vonú, los de Numpoló, los de Cheyenqui,
los de Ligui, los de Tripue, los de Loppú; a la misión de San Francisco
Javier Biaundo pertenecían las rancherías de Biaundo, Cuibuscó (Santa
Rosalía), Quimiauma (Ángel de la guarda), Lichu, Picolopri, Yenuyomú,
Enulaylo, Ontta, Onemaito, Nuntei, Obbe; a la misión de Nuestra Señora de
los Dolores pertenecían los de Yodivinegge, Niunqui (San José), Uunbbe;
esta última misión era visitada y asistida por el padre rector Juan María
Salvatierra.
[12]
Toda esta fertilidad y riqueza puso Dios en la California sin la
estimación de sus naturales, porque éstos son de una condición que sólo
vive satisfecha de comer. Son estos californios, por lo que hemos visto y
por las noticias de ellos, muchos en playas mar adentro, y mucho más en
número por el Norte. Viven en rancherías de 20, de 30, y de 40 y 50
familias pocas más o menos; no usan de casas, la sombra de los árboles les
sirve para resistir los bochornos del sol, y las ramas y hojas de los
mismos para guarecerse en la noche contra la inclemencia del tiempo; en el
rigor del invierno viven en unas cuevas que hacen en la tierra, y en todos
estos resguardos moran muchos juntos como brutos; los hombres andan
desnudos en lo que hemos visto; en lo general, no tienen sobre su cuerpo
más que una faja bien tejida, y a falta de ésta una redecilla curiosa con
que ciñen la frente, y algunas figuras de nácar bien labradas que penden
del cuello, que a veces guarnecen con algunas frutillas redondas como
cuentas; el mismo adorno ponen en las manos. Andan siempre con las armas
en las manos, que son arco y flecha y dardo, ya para el ejercicio de la
caza, ya para defenderse de sus enemigos por estar opuestas unas
rancherías con otras. las mujeres andan con más decencia, cubiertas desde
la cintura hasta las rodillas, de unos canutillos de carrizo, curiosamente
unidos y tupidos a espaldas; en la misma proporción usan de pieles de
venado o hilos muy unidos; su aliño en la cabeza es una redecilla de hilo
que sacan de algunas hierbas o de pita que sacan de los mezcales; y son
tan curiosas estas redecillas, que nuestros soldados se amarran el pelo
con ellas; sus gargantillas, que cuelgan hasta cerca de la cintura, son de
figuras de nácar, entreveradas frutillas, canutillos de carrizo y
caracolitos. Las pulseras de la misma materia.
Su ejercicio, así de los hombres como de las mujeres, es hilar hilo y pita
delgada y gruesa; del delgado tejen fajas muy tupidas y las redecillas
curiosas; del grueso tejen redes de que hacen unas talegas o bolsas para
recoger el sustento y redes para pescas; los hombres hacían unas jícaras o
bateas de hierbas muy tupidas para beber agua, de platos para comer y
sombreros a las mujeres. Los grandes sirven para recoger frutillas y otros
mantenimientos y para tostar en ellas sus frutillas con el afán de
tenerlas en un continuo movimiento para que no se quemen. Su genio es muy
vivo y despierto, y lo muestran entre otras cosas en mofar mucho cualquier
barbarismo en su lengua, como lo hicieron con nosotros al predicarles.
Después de estar domesticados, se llegan a corregirnos después de
predicar, cualquier desliz en su lengua, en predicándoles algunos
misterios contrarios a sus antiguos errores. Acabado el sermón, se llegan
al padre, le reconvienen de lo que dijo y le arguyen y discurren a favor
de su error con bastante apariencia, y a la fuerza de la razón se sosiegan
con toda docilidad. Con estas luces del entendimiento muestran que no se
deben contar entre los brutos que hay en aquel reino, de los cuales hay
muchos y diversos, muchos que sirven al gusto o sustento; otros que sirven
sólo de hermosear aquellos campos y montes con su variedad.
[13]
Hasta aquí la relación escrita en 1702 del padre Píccolo. Por su parte, el
propio Eusebio Francisco Kino menciona a los californios en la
relación que hace de su entrada a las tierras de los naturales de la Alta
California, recuérdese que su labor misionera la hizo en la parte norte
del actual Estado de Sonora que limita con California y Arizona,
provincias estadounidenses.
Porque los naturales más cercanos a ese desemboque [del río Colorado], así
quiquimas como cutganes, coanopas, ahora y en otras ocasiones nos dieron
varias conchas azules que sólo se dan en la contracosta y en la otra mar
del sur, por donde viene la nao de China, y nos dieron ahora unas ollitas
que poco antes habían traído de dicha contracosta; caminando diez horas de
camino de continuada tierra del poniente.
Porque los referidos naturales, y otros que vinieron a vernos desde lejos
del sudoeste, nos dieron varias noticias de los padres de nuestra
Compañía, diciéndonos cómo eran, de nuestro traje y vestuario, y que
vivían allá abajo, al sur, en Loreto Concho, con los demás españoles, y de
lo que comían aquellos indios guimies y edues o laimones, adonde estaban
el padre rector Juan María Salvatierra y otro padre. Y habiendo yo
preguntado de propósito si aquellos indios guimies y edues de allá abajo
sembraban maíz y lo que era de su sustento, me respondieron que no
sembraban maíz ni frijol, y que su comida era la caza, el venado, la
liebre, el conejo, la cabra montesa, la pitahaya, la tuna y el mezcal y
otra fruta del monte, y que los del poniente tenían conchas azules; cosas
y noticias todas que, desde que hace diecisiete años, estuve allí y viví
con aquellos naturales, me constaba eran verídicas.
[14]
Francisco Xavier Clavijero, por su parte, brinda una vastísima información
sobre los indios californios: físico, lengua, orígenes, comida,
bebida, habitación, matrimonio, vestido, oficios, fiestas, religión, etc.
Cita a los tres grupos étnicos más representativos de la península: los
pericúes, los guaicuras y los cochimíes brindando la ubicación geográfica
de cada uno. En general amplía notablemente los datos citados de Píccolo,
por lo que prefiero, evitando de esta manera caer en lo repetitivo,
transcribir únicamente el siguiente pasaje que nos muestra un curioso
razonamiento hecho por un indígena californiano:
Poco después que los jesuitas empezaron a plantar sus misiones en la
California envió un misionero a otro por medio de un indio neófito dos
tortas de pan (regalo entonces muy apreciado por la escasez del trigo) con
una carta, en que le hablaba de esta remesa. El neófito probó el pan en el
camino, y habiéndole gustado le comió todo. Llegado a presencia del
misionero a quien era enviado, le entregó la carta, y habiéndole reclamado
el pan, negó haberle recibido, y como no pudiese adivinar quién había
dicho aquello al misionero, se le advirtió que la carta era la que se lo
decía, sin embargo de lo cual insistió en su negativa y fue despedido. A
poco tiempo volvió a ser enviado al mismo misionero con otro regalo,
acompañado también de una carta y en el camino cayó en la misma
tentación. Mas como la primera vez había sido descubierto por la carta,
para evitar que esta le viese la metió debajo de una piedra mientras
devoraba lo que traía. Habiendo entregado al misionero la carta y siendo
con ella convencido nuevamente del hurto, respondió con esta extraña
simplicidad: Yo os confieso, padre, que la primera carta os dijo la verdad
porque realmente me vio comer el pan; pero esta otra es una embustera en
afirmar lo que ciertamente no ha visto.
[15]
El jesuita misionero Ignaz Tirsch, según informa León Portilla, fue quien
“primero estableció contacto con el gobernador Gaspar de Portolá que,
desembarcado en San José del Cabo, el 30 de noviembre de 1767, venía
precisamente a disponer la expulsión de los jesuitas de California.
Finalmente se alude a su salida –con el resto de los misioneros- rumbo al
destierro, el 4 de febrero del siguiente año.”[16]
Eso explica el texto de Clavijero que fue escrito desde el exilio en
Bolonia, Italia, como ya lo he mencionado. En nuestros días, las misiones
jesuíticas forman parte del patrimonio arquitectónico de la Baja
California Sur.
Actualmente, y a pesar del gran exterminio que se dio por abusos,
epidemias y rebeliones, todavía existen algunos pueblos indígenas
bajacalifornianos. Uno de los principales agravios fue el obligarlos a
bucear para recolectar perlas en el mar. Estos pueblos originarios se
hallan en la Baja California, que es la provincia norteña de esa
península, en la Baja California Sur ya no hay más indígenas de los que
conocieron los misioneros jesuitas en el siglo XVIII. Una triste visión en
general del indígena bajacaliforniano que se encuentra en muy precarias
condiciones. Hace veintiún años salió publicada esta abrumadora noticia:
En medio de cerros, arrinconados en desérticos parajes, cerca de mil 200
indígenas, agrupados en cinco grupos étnicos: kiliwas, kumiai, cucapás,
pai pai y cochimíes, son testigos del paso del tiempo y de la acumulación
de sus penurias. Comunidades ausentes de la modernidad, que sin embargo
decidieron luchar por su supervivencia con el único objetivo de preservar
su lengua y su cultura.
Dotados de 300 mil hectáreas, sólo 50 de ellas son susceptibles de riego,
la economía de estas etnias que se localizan en ocho comunidades -Arroyo
de León, Santa Catarina, San Isidro, San José de la Zorra, San Antonio
Necva, Juntas de NBají, Ejido la Huerta y El Mayor Indígena Cucapá- se
basa en la ganadería que en forma exigua les genera eventualmente un
ingreso mayor que el que les proporciona la recolección de semillas de la
palmilla, de bayas, piñones o miel que comercializan a precios mínimos, si
se considera que los acaparadores del producto –cualesquiera de ellos-
logra mayores ganancias mediante la exportación para la industria
farmacéutica, unos, o parta el consumo directo de los humanos, otros.
Mención aparte merece el abuso de quienes encontraron en la ignorancia de
los indios la oportunidad de aumentar su riqueza mediante el despojo de
las mejores tierras que bajo el régimen comunal o ejidal les fueron
entregadas por decreto presidencial, pero que antes heredaron directamente
de sus antepasados.[17]
Diversas imágenes de los indígenas
bajacalifornianos, su vestimenta tradicional, sus arcos y flechas, sus
casas y su artesanía.
En este año 2013 que se despide de nosotros no ha cambiado mucho la
lastimosa situación de los pueblos originarios de la Baja California.
Afortunadamente, se han comenzado a realizar acuerdos entre diversas
instituciones gubernamentales, como la Comisión Nacional para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas, y universitarias, como la
Universidad Autónoma de Baja California, para tratar de rescatar su
lengua, eso es importante porque, en particular, la cochimí, está a punto
de desaparecer y eso resultaría terrible para nuestra gente indígena
mexicana de esa bella península y, también, para sus conciudadanos
mexicanos que respetamos su cultura y tradición.
CIUDAD DE MÉXICO,
México, septiembre 27, 2011.- Ante el acelerado proceso de desaparición
que vive actualmente la familia de lenguas yumanas: cucapá, kiliwa, pai
pai y kumiai, los únicos cuatro idiomas indígenas vivos de Baja
California, diversas instituciones académicas firmarán este jueves 29 de
septiembre un convenio de colaboración, enfocado al desarrollo de acciones
para el rescate de esas hablas nativas, entre ellas el registro y creación
de un acervo sobre lenguas y culturas cochimí-yumana, así como su mayor
difusión entre los niños y jóvenes.[18]
[1]
Según Marita Mart este término “Procedía
un gran número de los piratas –nombre genérico para los hombres que
desempeñaban este género de actividades– específicamente en el siglo
XVII, del puerto holandés de Vlissinghen. En suma, el origen de la
palabra sigue siendo tan elusivo como los individuos a los que se
refería, sobre todo a lo largo del siglo XVII y principios del siglo
XVIII.”
[2]
Eusebio Francisco Kino, Crónica de la Pimería Alta, Favores
Celestiales, Hermosillo, Gobierno del Estado de Sonora, 1985,
pp. 203-204.
[3]
Charles W. Polzer, Eusebio Kino, S. J., padre de la Pimería Alta,
Hermosillo, Gobierno del Estado de Sonora, 1981, p. 9.
[4]
Eusebio Francisco Kino, op. cit., p. 213.
[5]
Ibid., p. 205.
[6]
Miguel León-Portilla, Estudio preliminar de la obra de Francisco
Xavier Clavijero, Historia de la Antigua o Baja California,
México, Editorial Porrúa, 1982, p. X.
[7]
Francisco Xavier Clavijero, Historia de la Antigua o Baja
California, México, Editorial Porrúa, 1982, p. 71.
[8]
Ibid., pp. 6-7.
[9]
Miguel León-Portilla, Estudio preliminar, op. cit., p. XX.
[10]
Adam Schaff, Historia y verdad, México, Grijalbo, 1981,
p. 267.
[11]
Eusebio Francisco Kino, op. cit., pp. 125-126.
[12]
Ibid., p. 126.
[13]
Ibid., pp. 128-129.
[14]
Ibid., pp. 104.
[15]
Francisco Xavier Clavijero, op. cit., p. 53.
[16]
Miguel León-Portilla, “Las pinturas del
bohemio Ignaz Tirsch sobre México y California en el siglo XVIII”, p.
91, en Estudios de Historia
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Schaff, Adam, Historia y verdad, México, Grijalbo, 1981.
Las fotos de Cabo San Lucas y del pájaro de barro pai pai son de la autora
de este escrito. Las imágenes fueron tomadas de:
http://vamonosalbable.blogspot.mx/2011/03/los-dibujos-del-padre-tirsch-sobre-baja.html
(Consultado el 18 de diciembre de 2013).
http://todosconociendobcs.blogspot.mx/2012/01/etnias-cochimis-guaycuras-pericues.html
(Consultado el 18 de diciembre de 2013).
http://raulverdugo.blogspot.com.es/2011/10/baja-california-sur.html#!/2011/10/baja-california-sur.html
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http://aviada.blogspot.mx/2011/08/jesuitas-misiones-religiosas-fundadas.html
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http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/6609/bargellini/66bargellini03.html
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(Consultado el 22 de diciembre de 2013).
http://www.revista.unam.mx/vol.14/num4/art33/img/img5.jpg
(Consultado el 22 de diciembre de 2013).
http://www.cecut.gob.mx/sispopulares.php
(Consultado el 22 de diciembre de 2013).
Martha Delfín Guillaumin,
22 de diciembre de 2013.
Para mis sobrinas de Tijuana, B. C.,
Sofía y Susana Delfín Landín.
Los Ultimos días de la víctima “Ötzi el hombre del hielo”
Esquivando el paso del tiempo, extrañamente conservados, los restos de Ötzi, un hombre que vivió en la frontera austroitaliana hace cinco mil años, se presentan ante la mirada arqueológica como uno de los mayores descubrimientos de los últimos tiempos. Su cuerpo descansa en el Museo de Arqueología del Sur del Tirol, en Italia.
El 19 de septiembre de 1991, en los Alpes de Ötztal, a 3210 metros de altura y cerca del límite entre Austria e Italia, los escaladores alemanes Erika y Helmut Simon encontraron un cadáver congelado. Con cierta reticencia, le tomaron una foto (a Erika no le parecía bien fotografiarlo, pero Helmut insistió, alegando que los familiares del muerto querrían saber cómo lo habían encontrado). La foto, que en los días siguientes apareció en los diarios de todo el mundo, muestra un cuerpo humano tendido boca abajo, con el rostro, las extremidades y la mayor parte del torso metidos en un bloque de hielo.
Dos días después, el diario local Dolomiten informaba que “los restos mortales de un alpinista desconocido fueron descubiertos en la tarde del jueves [...] La identidad del cuerpo, que habría estado en el hielo durante varias décadas, aún no ha sido aclarada”.
Cuando leyó la noticia, el montañista italiano Reinhold Messner, que estaba dando un ciclo de conferencias en la región, acudió al lugar para echar un vistazo. Experto en alpinismo, Messner fue la primera persona que escaló las catorce montañas más altas del planeta; también fue el primero que alcanzó la cima del Monte Everest sin usar tubo de oxígeno. Era una leyenda viviente y los periodistas siempre andaban atentos a sus comentarios. Tras examinar los restos, Messner declaró que deberían tener entre 300 y 500 años.
Unos días más tarde, el gobierno austriaco envió a un gendarme para recuperar el cuerpo. Acechado por una inminente tormenta y sin herramientas apropiadas, el hombre dañó los brazos, las piernas y la pelvis de los restos congelados. Una vez fuera del hielo, el cuerpo y varios objetos hallados a su alrededor fueron transportados al Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Innsbruck. Apenas vio los objetos, el arqueólogo Konrad Spindler se dio cuenta de que tenían por lo menos 4000 años.
MI NOMBRE ES....
Algunos arqueólogos lo llamaron Hauslabjoch, porque según las reglas de su profesión debían darle el nombre del sitio geográfico más próximo (en este caso, el Paso de Hauslabjoch). Los periodistas europeos lo apodaron “el hombre del hielo” (L’Uomo del Giàccio, en italiano; Der Mann im Eis, en alemán; Iceman,
en inglés).
Algunos le pusieron Homo tirolensis, como si perteneciera a una especie distinta a la de los humanos modernos, pero este nombre carecía por completo de fundamento científico. Los restos pertenecían sin duda alguna a un Homo sapiens. Y porque lo encontraron en los Alpes de Ötztal, un periodista vienés lo bautizó Ötzi.
MARCAS EN LA PIEL
El médico austríaco Hans Unterdorfer realizó el primer examen profesional de Ötzi. Según la descripción de Unterdorfer, el cuerpo había perdido por completo la capa más externa de la piel, el pelo y las uñas. Estaba deshidratado y tenía el aspecto de una momia vieja.
El brazo izquierdo estaba cruzado sobre el pecho. Los dedos de la mano derecha estaban curvados, como si estuvieran agarrando algo. Los párpados abiertos dejaban ver los ojos intactos, y a través de una mueca de la boca se veían los dientes amarillentos. Por el aspecto del pecho, Unterdofer especuló que se trataba de un hombre, pero no lo pudo confirmar porque los genitales estaban tan contraídos que no se distinguían bien (más tarde se comprobó que era un hombre).
Tenía numerosos “tatuajes”: grupos de tres o cuatro líneas paralelas de unos pocos centímetros de longitud en la espalda, una pequeña cruz en la parte posterior de la rodilla derecha y dos líneas paralelas alrededor de la muñeca izquierda. Fuera de los daños producidos por el gendarme, no se veía ninguna señal externa que sugiriera la causa de su muerte.
UN CUERPO SIN TIEMPO
La antigüedad de Ötzi se calculó estudiando sus átomos de carbono. Este elemento químico, uno de los principales componentes de los seres vivos, existe en varias formas. La variedad llamada carbono-14 se usa para la datación de restos orgánicos. Mientras una persona está viva, la cantidad de carbono-14 en su cuerpo es igual a la que hay en la atmósfera.Cuando la persona muere, el cuerpo deja de incorporar carbono-14 y el que ya posee se va desintegrando. Los científicos conocen muy bien el ritmo de desintegración del carbono-14. Con este dato y conociendo cuánto C14 queda en los restos a datar, se puede calcular hace cuánto murió la persona.
Así se determinó que Ötzi vivió hace unos 5300 años, lo cual lo ubica en la Edad del Cobre, cuando aparecieron en Europa los primeros objetos fabricados con este metal y se domesticaron los caballos. Una etapa de transición socioeconómica que iba a desembocar en la transformación de las tribus y comunidades en sociedades complejas.Por las características de sus huesos y el estado de su dentadura, se estimó que Ötzi tenía algo más de 40 años en el momento de su muerte. Una edad avanzada, si se tiene en cuenta que sus contemporáneos vivían un promedio de 20 años y menos del 2 por ciento de la población llegaba a los cuarenta.
HOMBRE DE ARMAS LLEVAR
Se supo también que Ötzi iba bien abrigado. Vestía un taparrabos, calzas y un jubón confeccionados con cueros de ciervo y de cabra; una capa hecha con fibras de tilo y un gorro de piel de oso. También usaba calzado de cueros de oso y de cabra, envuelto con pasto para darle aislamiento. El pasto era mantenido en su lugar por tiras de cuero.Además, iba bien armado. Portaba un hacha, con mango de madera de tejo y hoja de cobre. La hoja era mantenida en el extremo del mango mediante tiras de cuero y goma de abedul. Es el hacha prehistórica mejor conservada que se ha descubierto hasta ahora.Y como si fuera poco, llevaba un cuchillo de pedernal, con mango de madera de fresno, y un largo arco de tejo. En un carcaj de cuero transportaba catorce flechas de madera. Sólo dos estaban terminadas, con puntas de pedernal en un extremo y plumas en el otro para estabilizar el vuelo. Ambas estaban rotas.
Dentro de un morral, también de cuero, guardaba materiales para encender fuego: hongos del abedul secos, que arden con facilidad, y fragmentos de pedernal y pirita, rocas que producen chispas cuando son golpeadas. Tenía una pequeña herramienta de pedernal con la punta afilada, que posiblemente usaba para tallar las rocas, y hongos con propiedades medicinales atravesados por una correa de cuero.Nunca se había encontrado algo así. Las ropas y otros objetos fabricados con materia animal o vegetal se descomponen enseguida, a menos que estén hechos con hueso. A diferencia de lo que ocurre en las tumbas, donde las más valiosas pertenencias de los difuntos son acomodadas a su alrededor como parte de un ritual, todo lo que Ötzi llevaba encima en el momento de su muerte se conservó intacto hasta el presente. Es como ver una foto tomada un día cualquiera en la vida de un hombre de hace 5000 años.
VICTIMA DE LAS ENFERMEDADES
Algunas de las enfermedades que lo afectaban fueron identificadas con rayos X y tomografía computada (técnica que proporciona imágenes tridimensionales del interior del cuerpo). Ötzi tenía artritis en las articulaciones del cuello y la cadera, una dolencia que suele provocar fuertes dolores. En varias de sus arterias se detectaron depósitos de calcio que seguramente dificultaban el flujo de la sangre (posiblemente, arteriosclerosis).
Sólo se encontró una de sus uñas (separada del cuerpo). En ella se observan unas líneas características que aparecen cuando el crecimiento de la uña se interrumpe a causa de una enfermedad. Por la ubicación de las líneas, se dedujo que en los seis meses previos a su muerte Ötzi estuvo muy enfermo en tres ocasiones. Probablemente sufría diarrea, porque sus intestinos contenían numerosos huevos de un gusano parásito que provoca ese trastorno.
¿Y USTED A QUE SE DEDICA?
Iba bien armado, así que bien pudo ser un cazador o un guerrero. Como llevaba hongos con propiedades medicinales, quizás fue un chamán. Alguien propuso que pudo ser un pastor, porque yacía cerca de un antiguo sendero de ovejas. La gran cantidad de cobre detectada en sus cabellos hizo pensar que se dedicaba a trabajar ese metal. Otros han sugerido que era un fugitivo que fue ultimado por sus perseguidores, o la víctima de un sacrificio ritual.
Spindler imaginó que al regresar a su comunidad, luego de una prolongada ausencia, Ötzi se vio envuelto en un violento conflicto, quizás una masacre ocasionada por los miembros de otra comunidad, y resultó herido. Entonces buscó refugio en las altas cumbres, de donde nunca regresó. Estas interpretaciones tienen débiles fundamentos y a veces una buena dosis de imaginación. La verdad es que no hay ninguna evidencia concreta acerca de la ocupación de Ötzi o el motivo que lo llevó a lo alto de la montaña.
LA ULTIMA CENA
Durante el día y medio que precedió a su muerte, Ötzi anduvo por un bosque de pinos a dos mil metros de altura. Luego descendió a uno de los valles de la región. Después volvió al bosque de pinos, pero esta vez siguió subiendo hasta superar los tres mil metros, donde no hay vegetación y el hielo es permanente. A lo largo del camino bebió agua varias veces a diferentes alturas. Su anteúltima comida fue carne de cabra, cereales y otras plantas. Su última comida, unas pocas horas antes de morir, fue carne de ciervo rojo y cereales.Sus últimos movimientos se reconstruyeron investigando lo que había en la última porción de su intestino delgado. Con ayuda de un microscopio y mediante análisis de ADN, se identificaron los granos de polen de los árboles que encontró a su paso (que ingirió en forma involuntaria, junto con la comida o el agua), los restos de los últimos animales y plantas que comió, y las algas microscópicas que había en el agua que fue bebiendo.En su intestino también se encontró una forma primitiva de trigo finamente molido, que posiblemente comió en forma de pan. La presencia de polen de carpe negro, un pequeño árbol que florece a fines de la primavera, indica que Ötzi murió en esa época del año.
SU MUERTE
Como no presentaba señales externas de agresión ni de enfermedad, durante algún tiempo prevaleció la explicación más obvia: Ötzi había muerto de frío. Sorprendido por una tormenta, se detuvo a descansar, se quedó dormido y se congeló. O cayó en una grieta en el hielo de la que no pudo escapar.
Luego se descubrió que en la mano y la muñeca derechas tenía heridas como las que reciben quienes se defienden de un ataque. Además, en su cuchillo y en una de las puntas de flecha que llevaba se detectó sangre de otra gente. En la punta de flecha había sangre de dos personas, como si Ötzi hubiera herido a dos adversarios con la misma flecha, recuperándola en cada ocasión (es posible, ya que las flechas eran bienes valiosos y necesarios para la supervivencia).
Todo esto apuntaba a una pelea con un desenlace mortal.
Finalmente, se encontró una punta de flecha dentro de su hombro izquierdo. El proyectil ingresó por detrás, como lo atestiguan un agujero en la capa, a la altura de la herida, y un corte de dos centímetros en la espalda. La punta de la flecha perforó una arteria y produjo una importante hemorragia interna. Se ha estimado que hay un 40 por ciento de probabilidades de sobrevivir a una herida como ésta.
"ESE HOMBRE"
Apenas se difundió la noticia del descubrimiento, el gobierno austríaco mandó buscar a Ötzi para transportarlo a la ciudad de Innsbruck. Unos días después se demostró que el lugar del hallazgo pertenecía a la provincia italiana de Bolzano. Austria devolvió el cuerpo siete años más tarde.Actualmente, los restos “descansan” en el segundo piso del número 43 de la Vía del Museo, en la ciudad de Bolzano, donde funciona el Museo de Arqueología del Sur del Tirol; están dentro de una cámara hermética, a 6 grados centígrados bajo cero y 99 por ciento de humedad. El público puede verlo a través de una pequeña ventana.
De vez en cuando, algún investigador pide permiso para estudiarlo. Si las autoridades del museo lo autorizan, Ötzi es trasladado a una cámara vecina, donde la temperatura es menos rigurosa. El investigador dispone de unos pocos minutos para realizar su trabajo, porque está prohibido descongelar los restos.Luego, el cuerpo es conducido de regreso a la primera cámara. Cada día, de martes a domingo, entre las 10 y las 17.30, cientos de personas se asoman a la pequeña ventana para contemplar uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de todos los tiempos.
LA TRAGEDIA DE ISHI, EL ÚLTIMO NATIVO LIBRE DE CALIFORNIA
En 1911 fue capturado un
indígena a las afueras de uno de los pueblos
californianos de la fiebre del oro. Aparentemente era el último de su tribu y se negó a revelar su nombre. El antropólogo Alfred
Kroeber se hizo cargo de aquel indio perdido y sólo con un gran esfuerzo pudo comunicarse con él. Lo llamó Ishi, que en la
lengua de su tribu, los Yahi, quería decir “hombre”. Siguiendo la moda de los
zoos humanos, Kroeber incorporó a Ishi al Museo de Antropología de San
Francisco como su principal atracción, aunque también existió una entrañable
amistad entre el antropólogo y el indio. Vamos a relatar aquí algunos pormenores de la asombrosa historia de
Ishi, el último nativo libre de California, y del exterminio de sus tribus originarias
a causa de la quimera del oro.
1. La fiebre del oro
En 1842 se descubrió oro
en las montañas al norte de Los Ángeles, entonces territorio de México y que, hasta 1834, había sido dominio
colonial español. Mediante una rentable operación diplomática, los Estados Unidos arrebataron al país vecino el territorio
de California en virtud del Tratado de Guadalupe, que puso fin a la guerra
entre ambas naciones. Pocos días antes de su
firma, se produjo el sensacional hallazgo de gran cantidad de oro mientras
construían un molino en Sacramento. La
noticia corrió como un reguero de pólvora y no tardaron en llegar cazafortunas a la
región, que desde
entonces pasó a llamarse la “Tierra Dorada”. Inicialmente los buscadores de oro,
todavía no muy numerosos, venían desde lugares cercanos. La verdadera avalancha
se produjo en 1849, lo que hizo que aquel aluvión de inmigrantes, venidos de
todas partes del mundo, fuesen conocidos como los “Forty-Niners”.Y también como los “Argonautas”, porque la mayoría llegó por barco.
La bahía de S.Francisco, repleta de barcos abandonados. Todos se quedaban a buscar oro |
Hacia 1855 el número de mineros
ya se elevaba a 300.000. San Francisco, una aldea con menos de 1.000 habitantes
en 1848, el pistoletazo de salida de la locura del oro, pasó a tener una
población de 25.000 en 1.850. En ese momento California había alcanzado tanto
peso político y económico que pudo convertirse en un estado independiente de la
Unión. Su lema es “Eureka”, en homenaje a los
buscadores de oro que permitieron un desarrollo de la región sin precedentes,
lo que tuvo su reflejo en la esplendorosa arquitectura de San Francisco. Aquel terreno árido e inculto se transformó en una nueva Tierra
de Promisión, el sueño de fabulosas
riquezas. En un solo día podían ganarse miles de dólares, aunque muy pocos de aquellos buscadores consiguieron hacer fortunas
estables.
2. La “Solución Final”en América
Pero el verdadero lado
oscuro de aquel típico sueño americano fue el exterminio casi total de las
poblaciones nativas, consideradas un estorbo en el camino hacia el preciado
metal. El gobierno de los Estados Unidos no reconocía a los indígenas ningún derecho a ocupar sus territorios ancestrales. Por
ello, autorizaba a cualquiera a reclamar las tierras siempre que fuesen
explotadas, un medio para incentivar su rápida ocupación por los blancos en la expansión del país hacia el oeste. Al principio, los
indios soportaron pacientemente la intrusión de los buscadores, que escarbaban sin cesar en las arenas de los ríos situados
en sus lugares tradicionales de caza y pesca.
El jefe Tenaya, de los Ah-wah-nee-chee,
pidió al famoso minero y explorador James Savage que los
dejaran en paz: “No queremos nada de los
hombres blancos. Nuestras mujeres son capaces de hacer nuestro trabajo. Iros,
dejadnos permanecer en las montañas donde nacimos, donde las cenizas de
nuestros padres han sido entregadas a los vientos”. Pero su vehemente ruego
no fue escuchado. Cuando los indios respondieron con la fuerza a los abusos que
los reducían al hambre y a la miseria, los
colonos utilizaron ese pretexto para
masacrarlos. Los periódicos incitaban a la furia
exterminadora, que caía sobre un suelo fértil, el racismo rampante de los nuevos pobladores
de California. En abril de 1849 un periódico de San Francisco se hizo eco de la opinión de los mineros de que, para
trabajar en las minas de manera segura, era absolutamente necesario acabar con
los salvajes, exigiendo que el gobierno sufragara los gastos necesarios para
ello. Cualquiera que hablase de firmar la paz con los pieles rojas debía ser
considerado un traidor.
A raíz de esa campaña
publicitaria, las ciudades ofrecieron dinero por cada cabeza o cabellera de indios
que cortasen. Además, los costes de esas expediciones eran reembolsados por los
estados o por el gobierno federal. Entre 1851 y 1852 el flamante estado de
California pagó dos millones de dólares para que los colonos limpiasen su territorio
de indios. Las recompensas comenzaron siendo altas, 5 dólares por cabeza allá por 1855. Pero
cuando la degollina alcanzó su paroxismo, el premio se redujo a 25 centavos. La
prepotencia de los mineros llegó hasta el
punto de elaborar un código de actuación, repartido a las tribus indias, en el que les advertían de la obligación de entregar a los autores de cualquier
crimen. Si no lo hacían en un tiempo razonable, la
respuesta sería la destrucción del poblado al que pertenecía el infractor y de todos sus habitantes y, caso
de no ser identificado, el poblado más cercano al
lugar de su comisión. Se calcula que, al
amparo de tan arbitraria norma, entre 1855 y 1863 fueron arrasados unos 150 asentamientos
indios.
Los buscadores de oro también trajeron consigo
enfermedades (cólera, malaria, viruela, tuberculosis, fiebres tifoideas…)
contra las que los nativos carecían de defensas, incrementando aún más la gran
mortalidad que sufrían por el hambre y la violencia.
Por si ello no fuera suficiente, la fiebre del oro acabó igualmente con el sistema de vida tradicional de los indígenas. Por un
lado, perdieron sus terrenos de caza y pesca. Los ríos sufrieron una tremenda contaminación a causa de productos químicos como el
mercurio, utilizados para extraer el oro. La corriente del río Sacramento tenía
en aquella época un sucio color amarillo que acabó con todos los salmones. Los nativos
fueron confinados en reservas, donde malvivían borrachos y atemorizados, no atreviéndose a cazar o pescar sin permiso de
los amos blancos. Cualquier intento de robar comida o ganado a sus opresores
era cruelmente castigado.
Por otra parte, los propios
nativos se incorporaron también a la frenética búsqueda del metal áureo. A comienzos de 1849 había 4.000
mineros trabajando en la región, de los
cuales la mitad eran indios, si bien desconocían el valor de cambio del polvo dorado. Los codiciosos negociantes los
estafaban descaradamente vendiéndoles bienes de consumo a cambio de su peso en
oro. Cuando los indios consiguieron enterarse de su verdadero valor, los
astutos vendedores inventaron nuevos procedimientos para seguir engañándolos.
A consecuencia de todos
esos cambios tan radicales, la población india de
California, cifrada entre 310.000 y 705.000 habitantes antes de la llegada de
los blancos, se redujo a 150.000 en 1845. Ya eran solo 31.000 en 1870, según el censo estatal y, en 1910, habían desaparecido prácticamente. Y aquí comienza la historia de Ishi y
Kroeber, pero antes de relatarla tenemos que retroceder unas décadas, hasta las espantosas matanzas de la década de 1860.
3. Los últimos Yahi
Ishi quizá nació en 1.860 o 1861. Cuando era muy
pequeño, en 1865, el poblado de su padre sufrió un ataque en el que fueron masacrados 40 indios, entre ellos su propio progenitor.
La madre se tiró al río llevando con ella al
niño y consiguieron escapar de aquel lugar de muerte flotando entre cadáveres. Los Yahi no conocían los caballos ni las armas. Les asustaba el “palo de fuego que explotaba
con voz de hierro y nube de humo”. Aterrorizados por aquellos demonios blancos,
de cuyos caballos colgaban cabezas y cabelleras, solo un pequeño grupo logró sobrevivir en una recóndita región, ocultos en los cañones de los
ríos Mile Creek y Deer Creek. Ese aislamiento y las duras condiciones
de supervivencia del lugar hicieron que, poco a poco, los últimos Yahi se fueran
muriendo, hasta que solo quedaron cuatro. En 1908 el lugar fue descubierto por
los técnicos de una empresa encargada de construir una
presa hidroeléctrica. Después encontraron a la
anciana madre de Ishi, y los blancos se llevaron como recuerdo etnológico algunas
de las pertenencias de aquel grupo prácticamente extinto. En 1911 el único miembro de la banda que quedaba con vida era
Ishi.
“Palpitante, hambriento y débil, fue a los pinos situados por encima de Tres Lomas donde hacía un poco más de fresco. Allí vivió como pudo, hasta que las lunas calientes decayeron.
Entonces atravesó el promontorio del Cañón de Banya,
tomando el viejo camino familiar, cañón abajo, de la
Cueva de los Antepasados, donde quemó tabaco y resina de pino, rezando mientras
el humo fragante llenaba la cueva.
Aquí no queda ninguna Presencia de Espíritus. Soy el último del
Pueblo; cuando yo haya desaparecido, será como si
nunca hubiéramos existido” (de Ishi.
El último de su tribu. T. Kroeber)
Desesperado y medio
muerto de hambre, huyó de aquel territorio inhóspito para
conseguir comida. Cuando se arriesgó a avanzar hacia el matadero a las afueras de Oroville,
lo atraparon los lugareños. El sheriff
lo encerró en una celda para protegerlo e
informó del hecho al Departamento de Asuntos Indios. Este organismo aceptó que
se hiciese cargo de él Alfred Kroeber, jefe del
Departamento de Antropología de la
Universidad de California en Berkeley, experto en las culturas nativas de la
región. Kroeber comisionó a su compañero, el también antropólogo Thomas T. Waterman, para traerlo
en tren hasta San Francisco. Apareció vestido con traje y sombrero… pero sin
zapatos. Tiempo después diría: “Ahora lo sé. No hay nada que esté mal en los pies de los saldu (rostros pálidos). Lo que
está mal es lo que vosotros llamáis zapatos. ¿Cómo sabes por dónde andas cuando tus pies no tocan la tierra?”
Ishi no llevaba el pelo largo
sino cortado, probablemente en señal de un duelo prolongado, pues sus parientes
hacía largo tiempo que habían muerto, dejándolo como único vestigio de su cultura ya fenecida. La prensa
se hizo eco de la aparición de aquel
salvaje, cuando todo el mundo creía que los
nativos originarios de California llevaban varias décadas extinguidos. Ahora aquel viejo guerrero solitario no representaba
ningún ningún peligro. Era
sólo una rareza digna de estudio. Su presencia
coincidió providencialmente con la
apertura del Museo de Antropología en San
Francisco, del que era director Kroeber.
4. Antropología de salvamento en el Museo
En aquellos tiempos, que
se han llamado la fase museística de la Antropología, se creía que la cultura
de los pueblos estaba impregnada en los objetos, de ahí el afán por recopilarlos y conservarlos
en los numerosos museos etnológicos que se fueron creando.
Aunque todos querían saber el nombre del indio, decirlo abiertamente era tabú para los Yahi, por
miedo a que los enemigos pudieran dañarlos con la magia, así que el guerrero se
negó a revelarlo. Kroeber lo llamó Ishi, “Hombre” en su lengua Yahi, y lo convirtió en la mayor atracción del Museo. El antropólogo explotó el deseo de rarezas y novedades del público: “En
Ishi estoy seguro que hemos encontrado
el más incivilizado e incontaminado hombre en el mundo”. Lo empleó como celador en el Museo, donde los
domingos por la tarde hacía exhibiciones
de talla de puntas de flecha, elaboración de raspadores, arpones, cestas y arcos…También
encendía fuego e imitaba los sonidos de los animales salvajes, sentado a la
puerta de una cabaña de ramas.
Los habitantes de la ciudad acudieron en masa a aquellas
sesiones dominicales, atraídos por los irresistibles
reclamos que lanzaba Kroeber en la prensa. En la edición de Los Angeles Times
de 10 de septiembre de 1911 invitaba al
público a contemplar a“el último hombre de América que
no conoce las Navidades”. La afluencia
durante los seis primeros meses de vida del Museo fue superior a 24.000
visitantes, todo un espaldarazo a la labor de difusión de Kroeber. Fernando Monge ha puesto de relieve cómo esta formula divulgativa
estaba relacionada con la moda de las exhibiciones etnológicas, que hicieron
furor en el último tercio del siglo XIX y el
primero del siglo pasado. En esas exposiciones etnológicas vivas se reforzaba la relación de desigualdad entre el colonizador y los
colonizados. Por su naturaleza ambivalente, en el caso de Ishi resulta difícil deslindar el espectáculo del estudio científico. Sin embargo, es cierto que Kroeber dio a Ishi
un trato muy humanitario. A pesar de que, como indio, legalmente carecía de ningún status ni
derecho, se responsabilizó de él, lo hizo su amigo y trabajó a su lado
intensamente en una frenética tarea de
salvamento etnográfico. De hecho, Ishi pudo reconocer
en el Museo algunas cestas que había confeccionado su prima, y el
descubrimiento de que las últimas posesiones de su pueblo estaban a salvo le
produjo una honda emoción.
“Dado que la universidad no espera que la casi prehistórica criatura sobreviva durante mucho tiempo en la civilización, el personal de la facultad ha realizado registros sonoros de su desconocido lenguaje. Si este hombre no hubiera sido capturado y su lenguaje no hubiera sido preservado por medio de grabaciones fonográficas, este lenguaje se habría extinguido con su muerte” (Los Angeles Times, en una noticia publicada poco después de la aparición de Ishi).
La voz de Ishi fue
grabada en incontables cilindros de cera, que registraron listas de palabras,
relatos y canciones cuyo significado, no obstante, se les escapaba. Por ello,
al poco de llegar Ishi a San Francisco, Kroeber
pidió ayuda a Edward Sapir, el
mayor experto en lenguas nativas y que, como él, había sido discípulo de Franz Boas. Pero entonces Sapir se
encontraba en Canadá, realizando trabajo de campo, y no pudo acudir.
5. Empezar una nueva vida en San Francisco
Ishi siempre sintió una viva curiosidad por la
animada vida de San Francisco. Tenía un don natural para comprender los fenómenos culturales que sucedían a su alrededor. Probablemente
ello fue resultado de su constante necesidad de adaptación a condiciones extremas de supervivencia.
Waterman decía de él que tenía una caballerosidad innata. Todo le sorprendía: los trenes, los tranvías, los coches, el Golden Gate… Lo que más le llamaba la atención eran las enormes
multitudes que poblaban la ciudad. No es extraño pues, antes de llegar a San
Francisco, nunca había visto juntas a más de 40 personas. Tan pequeño era el grupo de
indios que consiguió escapar del exterminio.
La prensa recogía alborozada las reacciones del “salvaje” a las maravillas tecnológicas del siglo XX. Kroeber lo llevo al teatro, donde disfrutó con la maravillosa voz de Caruso, y también con la bella Lily Lena, la estrella del music hall en el Orpheum Theater de San Francisco, al que Ishi calificó como “el paraiso de los blancos”.
Los periódicos, siempre dispuestos a explotar el tirón popular del mito de la bella y la bestia, no dudaron en publicar que Ishi estaba enamorado de la actriz. Y es que algo que preocupó muchísimo al público del momento era si Ishi tomaría una esposa blanca para continuar su estirpe. Hasta recibió algunas propuestas de matrimonio, acompañadas con fotos de las candidatas. Pero Ishi ya tenía entonces más de 50 años y no andaba bien de salud, por lo que el vínculo matrimonial no le debió de parecer una opción a considerar.
Lily Lena |
En definitiva, es fácil ver en la curiosa y amigable reacción del pueblo americano hacia Ishi el eco del mito del buen salvaje, que tan bien encarnó este indio digno y apacible. Durante los cinco años que vivió en contacto
con la civilización, nunca mostró el menor resentimiento contra los descendientes
de aquellos que habían destruido completamente a su
pueblo.
6. El retorno a lo salvaje
Al poco de llegar a San
Francisco, Ishi sufrió una bronconeumonía. Fue tratado por el doctor Saxton Pope, que se mostró muy interesado por las
habilidades al arco de Ishi. Entre ambos se estableció un fuerte lazo de
camaradería y salían a cazar juntos con frecuencia.
También tuvo una excelente relación personal con el antropólogo Waterman, en cuya
casa vivió en el verano de 1915, después de que el gobierno criticase a Kroeber por tener
a Ishi viviendo en el Museo. Kroeber le ofreció la
posibilidad de volver a su tierra, aunque él se negó ya que todos sus ancestros habían muerto. Dijo que en sus tierras no quedaba
ninguna “Presencia” y que deseaba acabar sus días en el Museo, entre sus objetos queridos. Ante la insistencia del antropólogo, Ishi
accedió a realizar una expedición al Valle del Deer Creek junto con Waterman y
Pope en 1914. Pero la salida fracasó porque Ishi descubrió que las provisiones para el viaje se habían guardado en el Museo, lugar de las cosas
muertas, por lo que para él estaban
contaminadas.
Subsanado el problema, por fin pudo partir la expedición, que se encargó de cartografiar el territorio y
de tomar muchas fotografías a Ishi haciendo
alarde de sus habilidades en su medio natural. Allí él era el
profesor y los científicos, sus alumnos. Disponía de
un apabullante número de nombres para todo tipo de plantas medicinales, rocas y
lugares. Al comienzo de la estancia, Ishi se mostró preocupado porque sentía que sus
ancestros lo llamaban. Una noche se perdió en el bosque pero después apareció más tranquilo,
diciendo que ya estaba seguro de que habían encontrado su camino hacia el otro mundo. “Ishi se irguió y cantó
las antiguas canciones rituales y recitó la Plegaria
del Final…Luego se sentaron en la orilla mientras Ishi encendía una pipa de tabaco sagrado y expulsaba el humo
al Mundo Celeste, al Mundo Subterráneo, y al
Norte y al Oeste y al Este y al Sur: en todas las direcciones de la Tierra. Ishi
dio al Majapa y a Maliwal tabaco en polvo para que lo echaran desde sus palmas
planas y abiertas mientras él recitaba la plegaria de la Purificación”. (Ishi. El último de su tribu. T.Kroeber)
Finalmente, tras una
impenetrable muralla de robles, encontraron el lugar escondido donde el grupo
de Ishi había sobrevivido en condiciones durísimas.
“Ishi hizo un dibujo en otro trozo de
papel amarillo, con las líneas de
los límites, semicírculos para las aldeas
y puntos en los senderos. El Majapa escribió los
nombres tal y como él los decía. Era un mapa-dibujo del Mundo de los Yahi. Cuando
estuvo acabado, Ishi preguntó: « ¿Podrías tú contar la historia de los Ancianos? ¿Podrías tú hacer un
libro?»
« Sí. Podría
comenzar por tu dibujo-mapa. Tendría las
palabras Yahi que tú me has
dicho y tantas palabras como tú quieras
decir.» Señaló la fila de cuadernos de apuntes de
su mesa. « Muchas lunas después de que
tú y yo hayamos viajado por el Sendero
de los Muertos, quienes vivan en mundos lejanos podrán leer y saber cómo
hablaba el Pueblo y quiénes eran
sus Dioses y sus Héroes, y
cuál era su Camino… si tú quieres.»
« Quiero. Aiku tsub. Yo hablaré la Lengua; tú escribirás mucho Yahi. Los Ancianos vivirán en el libro.» (De Ishi. El último de su tribu.
T.Kroeber)
7. Los últimos días
De vuelta a la civilización, por fin pudo ocuparse de él Edward Sapir, a quien Ishi relato la historia de
la Creación según su mitología. A pesar de su extraordinaria
capacidad para captar los distintos
matices de los sonidos, Sapir reconoció que aquel fue
el trabajo más difícil y cansado de toda su vida profesional. Pero, a pesar de su inmenso
valor, aquel trabajo quedó incompleto. El
esfuerzo lingüístico agotó sobre todo a Ishi,
que había sido diagnosticado de
tuberculosis avanzada en 1914. Dos años después lo ingresaron en el hospital universitario sin posibilidad de curación. Informaron del hecho a Kroeber, que entonces se
encontraba fuera de San Francisco. El antropólogo se apresuró a mandar una carta para impedir
los manejos científicos que sabía que tenía deparados Ishi sin su intervención. Prohibió que le practicasen autopsia bajo ninguna
circunstancia, pues había que
preservar el cuerpo para la ceremonia Yahi de liberación del espíritu. Según las instrucciones que Ishi había dado a Pope, para su viaje hacia el Oeste debían quemarlo y enterrarlo con su mejor arco, cinco de
sus mejores flechas, una caja llena de conchas, su pipa de piedra, un monedero
con tabaco, un cestito con harina de bellota suficiente para cinco días y sus recuerdos familiares. Kroeber también se negó a que guardaran
su esqueleto. En un arranque de sinceridad, Kroeber denunciaba en la carta que
los museos estaban llenos de esqueletos de nativos que nadie estudiaba y que, en
su opinión, las ciencias podían irse al
infierno (“go to hell”).
Lamentablemente,
Ishi falleció el 24 de marzo de 1916, antes
de que se recibiera la misiva. Le hicieron una máscara funeraria y, como
Kroeber se maliciaba, le practicaron la temida autopsia. Quemaron su cuerpo, a
excepción de cerebro, que se conservó en
formol en el museo y después fue enviado
al Smithsonian, y le dieron un a ceremonia de enterramiento cristiana. Sus
cenizas reposaron largos años en una pequeña urna negra en el cementerio local,
cuya lápida rezaba “Ishi, the Last Yana Indian 1916”.
Waterman quedo muy
afectado y con complejo de culpa, pues pensaba que le había matado el enorme esfuerzo de trabajar con Sapir.
También Kroeber se cuestionó su vida profesional y hasta
se sometió a psicoanálisis. Ya no escribió ninguna publicación más sobre Ishi, y es muy significativo que su segunda esposa, la antropóloga Theodora Kroeber, no comenzase a publicar las
diversas obras sobre Ishi que la hicieron famosa hasta 1961, un año después de la muerte de Kroeber.
Las pertenencias de Ishi están expuestas en el Museo de Antropología, actualmente en Berkeley, en una sala dedicada a
su memoria.
No podemos terminar este relato sin revelar
que, en los últimos años, se han producido algunas sorprendentes novedades
sobre el caso de Ishi. El arqueólogo Stevens Shackley
declaró que Ishi no pudo ser un individuo Yahi puro. Su conclusión se basa en el análisis de las puntas de flecha que
Ishi fabricó, que responden al modelo de los
Madiviva o de los Nomlaki, pueblos
vecinos y enemigos de los Yahi. De acuerdo con Sackley, Ishi quien aprendió a tallar las puntas con miembros de esas tribus, aunque hablara la lengua Yahi.
La matanza de sus congéneres seguramente hizo que los
escasos sobrevivientes tuvieran que buscar refugio con los de otros pueblos de
la región.
Tampoco fue Ishi el último Yahi, puesto que tiempo después de su muerte aparecieron otros Yahi, que se
habían mezclado con otras tribus.
En 2010 sus restos y
cenizas volvieron a sus territorios históricos. Fueron enterrados en plena naturaleza durante una ceremonia nativa privada.
Ishi supo ser un espíritu noble y fuerte, a caballo entre dos mundos y
así lo retrató en múltiples libros Theodora Kroeber. Sobre Alfred y Theodora Kroeber, y
su bibliografía sobre Ishi,
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y/o acta de nacimiento de algún hijo,
o bajo el esquema de Consultora Chi'x,
cumpliendo con los requisitos.
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Comprobantes de domicilio que son aceptados por JAFRA
1 Recibo de luz (máximo 3 meses de antigüedad)
2 Recibo de agua (máximo 6 meses de antigüedad)
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4 Recibo de teléfono (máximo 3 meses de antigüedad)
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en original (máximo 3 meses de antigüeda)
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ROBIN WILLIAMS Y SU LEGADO AL MUNDO . . .
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Biografía de Williams Robin
Nació en Chicago, en el estado de Illinois, como hijo (con otro dos hermanos) de un ejecutivo de la industria del automóvil. Creció en un ambiente económicamente holgado y no mostró en su infancia y primera adolescencia interés por la interpretación. Se concentró en cambio en sus estudios y en la práctica de deportes.Sus inicios
En 1967 la familia de Williams se trasladó a Marina County, en California. En el colegio en el que continuó sus estudios, se despertó su interés por el teatro. A raíz de ello abandonó los estudios de política, con la intención de iniciar una carrera de actor. La casualidad le llevó a ingresar en la prestigiosa academia de interpretación Juilliard School en Nueva York. Tres años después, Williams regresó a California y se instaló en San Francisco, buscando su oportunidad para actuar en comedias teatrales. En 1976 tuvo una prueba y fue contratado, lo que marcó el inicio de su carrera.Dos años después trabajó en Mork & Mindy, una serie de televisión en la que interpretaba a un extraterrestre, con el que obtuvo un éxito arrollador. La serie continuó durante años y Williams corría el riesgo de quedarse encasillado en el papel. Por ello la abandonó e hizo una primera película de cine, que pasó inadvertida. Su verdadero debut lo tuvo en Popeye, de Robert Altman, película que no consiguió el éxito esperado, pero que sí dio a conocer a Williams a las audiencias de cine. Su siguiente película fue The World According to Garp, de George Roy Hill, en la que interpretaba a un personaje difícil, agradable pero no cómico. Williams también superó esta prueba de forma brillante e incrementó su popularidad.
Carrera
Entre 1987 y 1991 Williams actuó entre otras en tres películas que le valieron una nominación al Óscar como mejor actor principal. La primera fue Good Morning, Vietnam, en la que interpretaba a un locutor de radio del ejército durante la guerra de Vietnam. La segunda nominación la ganó por Dead Poets Society, en la que su papel fue de profesor de literatura de un colegio, y la tercera por The Fisher King en la que interpreta a un vagabundo.Su talento para cambiar la voz e imitar acentos le permitió hacer papeles hilarantes, como en Mrs. Doubtfire. En la década del 90, Williams alternó papeles cómicos con interpretaciones dramáticas, realizando papeles de perfiles psicológicos muy complejos como es el caso del film Retratos de una obsesión, y se convirtió en uno de los grandes actores contemporáneos.
Desde el principio de su carrera, Williams luchó con gran esfuerzo para conservar su personalidad única como humorista y para convertirse al mismo tiempo en un excelente actor de carácter. Tenía claro que no debía perder sus cualidades propias, pero que necesitaba dominar la interpretación para ser alguien en el mundo del cine. Consiguió ciertamente realizar su objetivo. Considerado un actor de gran versatilidad tanto en comedia como en drama, gana finalmente el tardío reconocimiento de la Academia, que le otorga el Óscar por su actuación en Good Will Hunting, filmada en 1997.
En 1992 puso la voz en inglés para la película animada de Disney Aladdín, interpretando al genio de la lámpara, y en su tercera parte en 1996. Durante 1995 interpretó a Alan Parrish en la película de aventuras Jumanji, basada en un relato infantil de 32 páginas publicado por Chris Van Allsburg, junto con Bonnie Hunt y los entonces niños Kirsten Dunst y Bradley Pierce, recibiendo buenas críticas y éxitos en taquilla. En el mismo año, tiene un papel secundario en la película Nueve meses, interpretando al cómico y escandaloso Dr. Kosevich, quien recibe al hijo de Julianne Moore y Hugh Grant.
En 1996, uno de sus años de mayor éxito, actúa formidablemente en el drama cómico Jack, donde interpreta a un niño de diez años que tiene una enfermedad (similar a la progeria) que lo hace ver treinta años mayor; dirigida por Francis Ford Coppola, música de Michael Kamen y Bryan Adams, comparte protagonismo junto a Diane Lane, Brian Kerwin, Jennifer López y Bill Cosby. En el mismo año, interpreta a Armand Goldman, un homosexual dueño de un teatro-cabaret llamado The Birdcage, en la película de comedia que lleva el mismo nombre, compartiendo créditos junto con Nathan Lane y Gene Hackman.
En 1998 interpreta la vida del doctor Hunter "Patch" Adams en la película Patch Adams, dirigida por Tom Shadyac, en su lucha por obtener el título de médico con su terapia de la risa que tanto hizo entender a colegas médicos y público en general. Tuvo gran aceptación en el público, con gran éxito en taquilla, nominaciones al Óscar y Globo de Oro y ha sido una de las películas más recordadas de Williams. Comparte protagonismo junto con Monica Potter y Philip Seymour Hoffman. Tiempo después, es contratado para actuar junto con Cuba Gooding Jr. y Annabella Sciorra en el drama Más allá de los sueños, obteniendo grandes críticas por sus actuaciones como por su dirección fotográfica, ganadora de un Óscar de la Academia.
Ya en 1999 actúa en el drama cómico El hombre bicentenario, interpretando al robot humanoide inteligente Andrew, que con el pasar del tiempo va adquiriendo sabiduría y sentimientos, pidiendo a sus dueños la libertad tan anhelada por la humanidad; al ser libre construye su propia casa empezando una nueva vida, luego irá en busca de robots similares como él y, al final de su búsqueda y llegando al lugar de origen de su partida, encuentra a un científico, hijo del creador de la serie de robots como Andrew, quien estaba creando fórmulas para hacer aparentar a los robots como seres humanos, empezando una nueva aventura para Andrew: ser el ser humano más viejo de la historia. Williams comparte protagonismo junto con Sam Neill, Embeth Davidtz y Oliver Platt.
En 2002 protagoniza su película de acción Insomnia junto con Al Pacino y Hilary Swank, película rodada en el estado de Alaska.
2006 es el año donde actúa en un sinnúmero de films: El hombre del año, como un entusiasta conductor de televisión que se postula a la presidencia de Estados Unidos; Night at the Museum, como la estatua de Theodore Roosevelt en el museo de Nueva York junto con Ben Stiller, repitiendo su papel en la secuela de 2009; en la animada Happy Feet, hace la voz de dos personajes y comparte créditos con Elijah Wood, Britanny Murphy, Hugo Weaving, Nicole Kidman y Hugh Jackman, así como también en su segunda parte de 2011; en la comedia RV protagoniza a un ejecutivo que es obligado a suspender sus vacaciones a escondidas de su familia para conseguir un ascenso en su trabajo.
En 2007, actúa como el molesto reverendo Frank en la comedia License to Wed, junto con Mandy Moore y John Krasinski.
En 2009, trabaja junto con John Travolta y Kelly Preston en la comedia de Disney, Old Dogs.
Vida personal
El primer matrimonio de Robin Williams fue con Valerie Velardi el 4 de junio de 1978, con quien tiene un hijo, Zachary Pym (Zak) (nacido el 11 de abril de 1983). Durante el primer matrimonio de Williams, él estuvo involucrado en una relación extramarital con Michelle Tish Carter, una camarera a quien conoció en 1984. Ella lo demandó en 1986, afirmando que él no le había dicho que estaba infectado con herpes simple antes de embarcarse a una relación sexual con ella a mitad de la década de 1980, durante la cual, dijo, que él le transmitió el virus a ella. El caso se resolvió fuera de los tribunales. Williams y Velardi se divorciaron en 1988.El 30 de abril de 1989, se casó con Marsha Garces, quien era niñera de su hijo, ya estando esta embarazada; tienen dos hijos, Zelda Rae (nacida el 31 de julio de 1989) y Cody Alan (nacido el 25 de noviembre de 1991). En marzo de 2008, Garces solicitó el divorcio de Williams, citando diferencias irreconciliables.
El 20 de agosto de 2007, el hermano mayor de Williams, Robert Todd Williams, murió de complicaciones de una cirugía de corazón realizada un mes antes.
Williams fue miembro de la Iglesia Episcopal. Describió su afiliación religiosa en una rutina de comedia diciendo:
"tengo la idea de un chicagüense protestante, episcopaliano-católico light: mismos rituales, mitad de culpa.Mientras estudiaba en Juilliard, Williams se hizo amigo de Christopher Reeve. Tuvieron varias clases juntos en las que eran los únicos estudiantes, y siguieron siendo amigos por el resto de la vida de Reeve. Williams visitó a Reeve después del accidente de caballo que lo llevó a estar tetrapléjico, y lo animó fingiendo ser un excéntrico doctor de Rusia (similar a su papel en Nine Months). Williams afirmaba que estaba allí para practicarle una colonoscopía. Reeve dijo que ésa fue la primera vez que rió desde el accidente y supo que la vida iba a continuar bien.
Otros intereses
Se sabe que Robin era un fanático de la saga The Legend of Zelda. De igual manera, confesó que decidió llamar a su hija Zelda Rae debido a que le agradaba jugar los juegos de Zelda.Problemas de drogas y alcohol
Durante la década de 1970 y 1980, Williams tuvo una adicción a la cocaína; ha dicho que desde entonces lo ha dejado. Williams era un amigo cercano de John Belushi. Él dijo que la muerte de su amigo y el nacimiento de su hijo lo llevó a dejar las drogas: "¿Fue una llamada de atención? Oh sí, en un gran nivel. El gran jurado también ayudó".El 9 de agosto de 2006, Williams se internó en un centro de rehabilitación (ubicado en Newberg, Oregón), luego admitió que era un alcohólico. Su publicista dio el anuncio:
- "Después de 20 años de sobriedad, Robin Williams se ha encontrado bebiendo nuevamente y ha decidido tomar medidas proactivas para lidiar con esto por su propio bien y el de su familia. Él pide que respeten su privacidad y la de su familia durante este tiempo. Espera volver a trabajar este otoño para apoyar sus próximos lanzamientos de películas".14
Problemas de salud
Williams fue hospitalizado en marzo de 2009 debido a problemas cardíacos. Pospuso su gira en solitario para someterse a una cirugía para reemplazar su válvula aórtica. La cirugía se completó con éxito el 13 de marzo de 2009, en la Clínica Cleveland.Fallecimiento
El 11 de agosto de 2014, Williams fue encontrado muerto en su domicilio de Cayo Paraíso cerca de Tiburón, California, en lo que aparentemente podría haber sido un suicidio por asfixia, según el informe inicial del Departamento del Sheriff del Condado de Marin.El 12 de agosto fue confirmado que el actor fue encontrado ligeramente suspendido en el aire con un cinturón atado a su cuello por un extremo y el otro enganchado a la parte superior de un armario en su dormitorio.
El 14 de agosto de 2014, su esposa Susan Schneider dio a conocer que el actor padecía la enfermedad de Parkinson, sobre la cual aún no se encontraba preparado para hablar de ello públicamente.
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